Opinion

Fecha de publicación: Lunes, 03 de Septiembre de 2018 Hora: 08:11:47

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COLUMNA DE OPINION
Por: William Hundelshauseen Carretero
wihunca@hotmail.com

Si verdaderamente queremos tener a una Cartagena unida con un gobierno sólido y fortalecido por las leyes y respaldado por su pueblo no tenemos otra alternativa que moralizar las bases de la política, para no repetir los mismos errores que hemos aceptado y mantenido en los últimos seis años; aquí debemos, saber que el problema no está en el sistema de la democracia, ni en sus ideologías como algunos suelen mencionar, sino que el problema está en la vida moral de las autoridades.



En un soberbio análisis de la democracia local “la mayoría de alcaldes, elegidos y nombrados en los últimos seis años, han sido seleccionados por su probada eficiencia como demagogos moralmente desinhibidos y embaucadores, por lo tanto, la democracia asegura para todo propósito práctico, que solamente los hombres (o mujeres) malvados y peligrosos pueden elevarse a las alturas del gobierno”, Aquellos que buscan una posición política parecen estar ansiosos de romper los códigos éticos y morales que la mayoría de las personas siguen con buena disposición, ya que mientras más grande es el poder de la posición política que el candidato está buscando, más probable es que tal individuo carezca del sentido de lo correcto y lo decente.


A nivel Nacional, algunas veces encontramos autoridades respetables, pero a nivel Local, tales autoridades son muy pocas y están muy alejados, con algunas excepciones, parece que el requerimiento mínimo para ser alcalde de Cartagena, es la habilidad de explotar a los demás.


En estos últimos seis años los exalcaldes de Cartagena, tienen varios casos de corrupción en su administración, sobresaliendo la apertura del juicio fiscal en sus contra por “conducta gravemente culposa por daños a los intereses económicos del Distrito”, es el mejor ejemplo de unos funcionarios obviamente dispuestos a ser inescrupulosos para adquirir y manejar el poder político; la deshonestidad en sus administraciones durante el periodo de su reinado, aparentó ser razonable ante los observadores, las estadísticas y los resultados hallados en sus gobiernos como alcaldes de Cartagena hablan por sí sola.


El uso indebido del poder que mantuvieron estas personas, obtuvieron beneficios personales o para terceras personas, generalmente de tipo económico a través de la contratación Distrital, por supuesto realizada a su financiadores que de una u otra forma se ganan las licitaciones.


A través de este concepto quiero demostrar que la corrupción en Cartagena en los últimos años ha sido la causa de la baja credibilidad de los ciudadanos en sus instituciones y en sus dirigentes, lo cual conlleva, además, que los resultados de la administración se afecten negativamente como consecuencia de la misma, y las obras públicas que se entregan a la ciudadanía no son las que ella espera en términos de calidad y de conveniencia.


Cartagena, como muchas ciudades industrializadas y los de economía de transición, ha sufrido los flagelos que genera la corrupción, pero a diferencia de otros contextos, se han presentado algunas particularidades que terminaron agravando la situación, lo que no ha impedido la realización de la más vigorosa estrategia para combatirla.


Como si esto fuera poco los medios nacionales y locales le taparon todo a estos funcionarios de una manera vergonzosa, pero la explicación de tanta alcahuetería está en los millones de pesos “invertidos” en medios de comunicación por estas Alcaldías, ¡POR FAVOR! NO REPITAMOS ERRORES.
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