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La Ciénaga de la Virgen es el corazón de Cartagena y La Popa y Zaragocilla y alguna que otra pequeña altura, son las atalayas de la ciudad.
Pues bien: En los puntos altos, en muchísimas ciudades del mundo, se ubican las personas ricas como también en las colindancias con el mar, como en Miami por ejemplo, en la Costa Azul, en Francia, o en Marbella, España.
En fin, en Cartagena, en los mejores sitios se ubicó la pobrecía, la negrecía, en tanto que el blanquerío se ha ubicado en las partes bajas.
Ocurrió hace tanto tiempo, que ya los cartageneros no lo recuerdan: que el ingeniero, abogado e historiador Don Simón Gómez de Lavalle, comenzó a construir una urbanización con casas esplendidas, para ricos, que éstos rechazaron no tanto por costosas como por el hecho de que estaban a orillas de la Ciénaga de la Virgen.
Aquella urbanización terminó de lupanar, dando razón a mi gran amigo el doctor Carlos Arturo Pareja, decano de la Facultad de Mundología, quien decía que las putas urbanizan.
Esa es la viceversa de Cartagena: La ciudad vive al revés y sus ciudadanos y sus dirigentes piensan de la misma manera, al revés.
Por eso ha ocurrido que muy pocas personas se han dado cuenta que con Sergio Londoño en la Alcaldía de Cartagena, aunque fuese como encargado, son muchas las cosas que la ciudad habría podido conseguir.
Por ejemplo: Salvar La Popa y realizar el proyecto de convertir nuestros caños y lagunas en vías acuáticas, que fue la tesis de grado del arquitecto, padre del alcalde encargado quien se llamaba como él.
(Fuimos grandes amigos pues publiqué su tesis en el semanario Hoy en la Costa).
Suiza ha mostrado interés en el caño Juan de Angola.
Ese podría ser el principio de comenzar a desarrollar el proyecto de convertir a Cartagena en la Venecia de Sudamérica.
Y veo que el Alcalde encargado quiere salvar La Popa.
Por allá en 1960 y tantos, convencí a mi amigo Jaime Ramírez, ingeniero forestal del Inderena, de echarle una mirada a lo de La Popa, cuando apenas comenzaban a invadirla.
Con el doctor Ramírez recorrimos el lugar, en los días en que estaban tumbando el follaje más grueso para hacer carbón.
Solicité al doctor Jaime Ramírez un informe por escrito, con costos, para entregar al alcalde de aquel entonces, quien era Gustavo Lemaitre Román.
(No olvido una frase de aquel ingeniero forestal, quien me dijo: “Hay que “engavionar” la mayor parte del cerro, especialmente alrededor del Salto del Cabron.
El “gavión” consiste en una tela metálica de ojete de unas dos pulgadas que se entierra, a más o menos una pulgada, a fin de enraizar el material vegetal).
Aquel proyecto tenía un costo de unos veinticinco millones de pesos, cuando la plata valía, y el municipio de Cartagena había quedado en la pobreza casi absoluta pues la mayoría de sus bienes los habían traspasado a las Empresas Públicas de Cartagena por medio del acuerdo 12 de 1961.
Y por eso no pudo realizarse.
Estimo que en los tres o cuatro meses de administración que le quedan Sergio Londoño junior podría concluir ambos proyectos, y financiarlos, que es lo importante, gracias a la amistad, más que todo, que tiene con el Presidente Santos.
Ese sería un magnifico regalo para su sucesor y demostraría, palmariamente, que Sergio Londoño no pasó graciosamente por la alcaldía de Cartagena.
Pero La Popa hay que salvarla ya.
Hay que comenzar cercándola totalmente.
Y colocarle vigilancia policiva con retenes fijos.
Comenzar su arborización con árboles adultos de trupillo.
Y, esencialmente, comenzar a buscar el traslado de todos los invasores actuales.
Un aviso: La Popa está que se cae y serán muchos los muertos.
Por: SAMUEL PINEDO BRUGES
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